Tenemos déficits en todos problemas de la gente: en seguridad, justicia, educación, salud, pensiones y vivienda.
Mención aparte ameritan las enormes amenazas que enfrenta nuestra democracia: la violencia política en sus diversas manifestaciones y la corrupción de las élites (abusos, colusiones, cohecho, condenas irrisorias), que podrían explicar la anterior violencia, nunca justificarla.
Ninguna sociedad es perfecta. Nadie puede, entonces, moralmente estar en contra de los cambios que nos conduzcan a mejorar.
Esto explica que el 78% de los chilenos haya aprobado el proceso constituyente.

Hemos perdido 3 años de debate, con enorme daño económico (costo directo y el provocado por la incertidumbre), por la decepción del electorado con la carta propuesta y, especialmente, por la postergación, una vez más, de los problemas de la gente. Estos costos, ya los pagamos todos los chilenos; sin embargo, nadie parece dispuesto a pagar el costo político.
Esto no debe volver a ocurrir. Pero tampoco debemos renunciar a nuestra obligación de mejorarlo todo. Nunca.
No debemos olvidar que la causa principal de este despilfarro, es la declarada intención de la mayoría convencional de imponer su propia agenda, en lugar de acoger las ideas de todos los sectores.
Esta agenda anti neo-liberal (*) coincide con la agenda del gobierno, que declaraba que su programa no era posible sin la aprobación de la carta propuesta, transformándose en su principal promotor y negando su obligación de prescindir en toda votación popular. Este hecho convierte el rechazo de la propuesta en la primera gran derrota política del gobierno.
¿Qué hacer ahora? ¿Es necesario refundar Chile? ¿Es posible y deseable la gradualidad?
Además de evitar los errores cometidos (agendas propias e intervencionismo) hay que cuidar la legitimidad del proceso. Modificar el artículo142, después de rechazada la propuesta, deslegitimará la génesis de cualquier nueva iniciativa.
Por otro lado, se ha disminuido el quorum necesario para modificar la constitución de 2/3 a 4/7, por lo que no sería difícil aprobar una reforma para un nuevo proceso constituyente con plebiscito de entrada, reglas de elección de constituyentes y reglamento y plebiscito ratificatorio de salida, para que este nuevo proceso fuera legítimo.
La otra alternativa es permitir que los poderes del estado se concentren en resolver los problemas de la gente (para lo que fueron electos) y se modifique la constitución en lo que sea que obstaculice las soluciones, mediante el uso de los mismos nuevos quorum.
Cualquiera sea el camino que se tome hay que resolver de inmediato las amenazas que se ciernen sobre nuestra democracia: el uso de la violencia como método de acción política y las medidas para hacer que la corrupción deje de ser un negocio rentable para las gentes de poder.
La agenda anti neo-liberal culpa de los abusos y de la corrupción desatada a la doctrina que defiende a la libertad, la libre competencia, el capitalismo, la meritocracia, la propiedad privada y la reducción de la participación del estado, entre otras; por lo que justifican su destrucción desde los cimientos.
Muchos justifican aún la violencia como método para lograr sus fines.
Tenemos la obligación de terminar con los abusos y la corrupción que sin duda se han enquistado en nuestro actual modelo de sociedad. Esto dejaría sin piso al uso de la violencia. En esto ha fallado la clase política, especialmente la derecha, que debería defender la integridad del modelo.
La gran mayoría percibe en carne propia los significativos avances en disminución de pobreza y crecimiento y le basta una mirada atenta hacia nuestro vecindario para darse cuenta de que la tentación del camino fácil solo trae miseria, pobreza y aún mayor desigualdad.
Mientras escribo los estudiantes recrudecen sus ataques incendiarios, la casta política negocia a puertas cerradas la mantención de sus cuotas de poder y el resto de los chilenos consume largas horas de propaganda británica con motivo del fallecimiento S.M. Isabel II q.e.p.d. por cadena nacional de TV.
Es como si no pasara nada. País de locos.
Francisco J. Doren
A modo de despedida en que fondo recomiendan quedarse ?
Muchas gracias y hasta pronto
Atte.- Carlos Vásquez S. Enviado desde mi iPhone